Este verano, la programación de La Terraza Magnética deambula por el limbo, un espacio de transición por diversas dimensiones de la existencia y el más allá, mientras reflexiona a fondo sobre la naturaleza humana a través de ocho películas y ocho conciertos al atardecer y al aire libre.
La programación de cine de los viernes profundiza sobre el concepto del limbo desde perspectivas fantásticas, naturalistas o cómicas, explorando temas como la vida después de la muerte, la pérdida y el duelo o las complejas fronteras entre lo real y lo imaginario de los recuerdos.
Samsara, de Lois Patiño nos habla del ciclo budista de muerte y reencarnación, un puente que no está en ningún mapa y que, quizás, sólo el cine puede intentar trazar. Una sesión doble incluye la animación croata Imbued Life y el poema cinematográfico Together Apart, un trabajo sobre el indestructible amor familiar, la memoria y el luto. Petite Maman, de Céline Sciamma explora el terreno intermedio entre la infancia y la adultez, donde una niña descubre un vínculo mágico que trasciende el tiempo y el espacio. Y La Casa Lobo, de Cristóbal León y Joaquín Cociña, es un viaje surrealista y perturbador a través de la mente de una joven atrapada en una casa que desafía las leyes de la realidad.
La muerte os sienta tan bien, el clásico de Robert Zemeckis, es una cinta hilarante donde la inmortalidad se encuentra con la vanidad. Aftersun, de Charlotte Wells, propone un conmovedor drama que explora los recuerdos y las huellas que dejamos en la vida de los demás. Sólo los amantes sobreviven, de Jim Jarmusch, plantea una mirada poética y melancólica a la eternidad y el amor inmortal. Y cierra el ciclo After Life, la segunda película del japonés Hirozaku Kore-eda, que plantea una pregunta fundamental: Si pudieras elegir un solo recuerdo para llevarte a la eternidad, ¿cuál sería?
En la programación de los sábados, ocho artistas musicales se adentran en la escucha y producción de sonidos radicales, con ecos de diferentes rincones del mundo. Elena Colombi conjura atmósferas enigmáticas y estimulantes en sus directos. El keniata KMRU es un alquimista del sonido que, a partir de las grabaciones de distintos barrios de Nairobi, recrea ciudades imaginativas y post-coloniales. La artista Tomoko Sauvage usa micrófonos submarinos para sumergir al público en un espacio acuático donde rendirnos a los sonidos del agua, la cerámica y la electrónica. Y Marta de Pascalis dialoga con el cielo y las estrellas sirviéndose de un sintetizador Yamaha CS-60.
Falyakon trae los sonidos de una tierra suspendida, mezclando música árabe tradicional, grabaciones de campo y sonidos que dialogan con el futuro de su país de origen: Palestina. Mientras que Sofía propone un set de armonías vocales fusionadas con las sonoridades synth-pop y new-wave. Ivankovà reinterpreta la ética new age y los preceptos del deep listening. Y clausura el programa cultural de verano de La Casa Encendida Hatis Noit, la artista japonesa que, bebiendo del gagaku (un tipo de música clásica japonesa), los cantos búlgaros y gregorianos, los estilos operísticos y las voces pop, se mueve entre la performance y el canto operístico para establecer una conexión entre lo terrenal y lo espiritual.
Ciclo de música comisariado por Silvia Bianchi.